Feorlygn - Blasse Buche (Haya Pálida)

Neri eder zaizkidan pasarte batzuk jartzeko besterik ez den zoko bat

e diel, qershor 12, 2005

Sueño de un Solsticio de Invierno

El sueño le embargaba lentamente. El dulce sopor caía lentamente en la noche, sobre aquella figura recostada junto a la hoguera. Las llamas comenzaban a extinguirse paulatinamente proyectando sombras aún más profundas y oscuras en las paredes de la cueva.
Aquel hombre había viajado a pie durante todo el día y el cansancio agarrotaba sus miembros. Con los ojos perdidos en un punto lejano más allá de la lumbre incandescente sostenía en su mente los últimos pensamientos mientras sus párpados se cerraban, cediendo el paso al ensoñamiento.
La oscuridad tendió su negro manto.

***
Una fría neblina baja se extendía como una fina marea blanquecina entre los vetustos árboles. Un tímido sol apenas si reflejaba unos pocos haces de luz sobre las gotas de rocío que resbalaban surcando los nervios de las hojas, hasta golpear el suelo. Hayas y robles, abedules y tejos inundaban todo el panorama, en un silencio forzado, como expectantes de algo que interrumpiera su letargo.
Cubría esporádicamente el paraje una vegetación baja, arbustos verdes y pardos, de acebo, mandrágora, enebro, espino y otras plantas antiguas.
El cielo no era distinguible y tan solo se apreciaban nubes grisáceas, pálidas, acompañadas por la leve luz. Se respiraba un aire puro y claro, como aquel de las lejanas montañas del norte, pero también como el de la brisa de las costas del sur, un aroma a paz que impregnaba los sentidos y calaba el alma.
Silencio, tan sólo roto por los suaves cantos de ocultas aves que hablaban de olvidadas gestas, de historias pasadas, aún antes del ser humano. Un silencio que no provocaba miedo, pues no era esta la calma antes de la tempestad, el neblinoso paisaje de alguna manera permitía intuir que no habría ni había habido tormenta allí.
Acompañando a esa melodía silenciosa se unieron las percusiones rítmicas de los cascos de caballos, las acompasadas notas del liviano trote. Cada vez más firmes y seguros, se iban introduciendo en la música adoptando el protagonismo.
Aparecieron los caballos recios y sabios, de colores varios, unos negros de brillos azulados, otros ocres como hojas marchitas y también albos de tonos grises.
Siete jinetes iban sobre ellos, montando con soltura y normalidad, con ligereza como si existiera un vínculo entre ellos y sus monturas.
Sin mentar palabra, la música del trote cesó y la compañía se detuvo.
No obstante su presencia no turbó el ambiente del lugar y tras el “andante” el “adagio” retornó, con los trinos de los pájaros y los silbidos del viento entre los árboles.
- Saludos buen hombre, ¿Qué se os pierde por estos lares?
El hombre, que por primera vez tomaba conciencia de su existencia en aquel lugar, no pudo expresar palabras en su asombro y confusión, pues una sensación que hasta entonces no había ni imaginado se lo impedía. No podía saber cuanto tiempo llevaba ahí de pie inmóvil contemplando aquel bosque, pero no notaba cansancio en piernas ni brazos, pues hasta el momento de irrumpir el jinete con su lírica voz ni siquiera los sentía.
El jinete prosiguió hablando al ver que su interlocutor no respondía:
- Si bien ninguna palabra de vos sale, de mí fluyen con facilidad estas palabras que os voy a decir: Pues soy yo el rey Wedhanar y estos los más nobles de mis caballeros: Leagan y Hethîn, Silean y Cutham, Medain y Gurread. Íbamos de caza por estos parajes de mi reino y con vos topamos.
El hombre, que aún permanecía de pie quieto, se quedó atónito observando a tan pintorescos hombres, con nombres no menos raros, y pensando en qué clase de animales podrían cazarse por allí.
Aquellos jinetes que tenía delante vestían extraños y desconocidos ropajes de telas finas y gruesas, de colores verdes atravesados por amarillos pálidos, y azules oscuros con rebordes rojizos, de negro y ornamentados en plata, rugosos y suaves. Llevaban largos blusones de anchas mangas y chaquetas ceñidas de cuero pardo. Las capas les caían aún más abajo en la montura y no portaban armaduras ni arma alguna, tan sólo joyas de oro y platino y otros metales labrados pendían en brillantes colgantes y tras el manto de alguno de ellos podían atisbarse instrumentos de viento y cuerda, de madera noble engarzados con gemas y cubiertos por finas capas de cobre. A su vez los cabellos les cubrían las espaldas y aún por delante también les caían, como hilos de color azabache, dorado o fuego.
En sus profundas y fijas miradas se podía leer gran conocimiento y el espectral refulgir de la magia de los dioses.
Ni un ápice había variado el ambiente de aquel misterioso bosque y parecía resistirse a perder la paz que flotaba y provocaba que todo sonido emitido se uniera a la mágica composición instrumentada del lugar.
- Mi nombre es Finthiel. – La voz salió de la boca del hombre sin él haberlo deseado, sin saber qué decía pero seguro de estar hablando una lengua que no conocía a pesar de entenderla. Notaba como las palabras iban de su mente a la garganta sin hacer esfuerzo al expresarse.
- Verdad es la que vos decís, Finthiel el de los Cabellos Blancos, pues hablas con el corazón, y él no miente. – Volvió a hablar Wedhanar. – Seas bienvenido a mi reino y si así lo deseáis, podéis ahora uniros a nuestra partida de caza.
Nada más pronunciadas estas últimas palabras prosiguieron la marcha, esta vez con un “allegro” del galope de los caballos.
El llamado Finthiel se quedó aturdido por un momento pero al instante reaccionó e intentó ir tras ellos. Corrió, mas el galope era demasiado rápido como para poder alcanzarlos. Finthiel hizo un esfuerzo y fue más veloz, sin embargo los jinetes parecían estar cada vez más lejos. Por más que corría no logró alcanzarles pero sus piernas no se fatigaban ni su cuerpo notaba el cansancio, así que prosiguió.
Llegado un momento se escuchó en la música del bosque el más bello trino de un pájaro que volaba de rama en rama. Detuvose entonces Hethîn y tras él el resto de caballeros. Finthiel aproximándose a la escena vio la hermosura de aquel pájaro de brillantes alas, plumaje cobrizo e inigualables cantos. Pensó que nunca antes había visto ave semejante.
Hethîn sacó una cerbatana que hasta entonces había pasado desapercibida y sin mediar palabra con un certero tiro hirió al pájaro que cayó al suelo, bajo la neblinosa capa que todo lo envolvía.
Cuando esto sucedió Leagan desmontó de su caballo y con paso ligero pero firme llegó a donde había caído el pájaro y lo tomó con sus manos y lo elevó hasta el tocón de un árbol cercano, donde lo depositó.
Leagan descubrió la pequeña flauta que ocultaba entre sus vestiduras y comenzó a tocar. Tan dulces notas no habían sido jamás oídas. El bosque entero se estremeció de congoja y una danza de hojas desprendiéndose de los árboles inundó el aire en su lenta caída.
Con trinos renovados se incorporó el vivificado pájaro y sin más salió volando, surcando la niebla.
Leagan concluyó su canción y no más montó de nuevo en su caballo continuaron los siete con su caza.
No habiéndose recuperado Finthiel de la escena que había contemplado se apresuró a seguirles, ahora curioso por ver de qué maravillas eran capaces aquellos extraños hombres.
Durante instantes intemporales prosiguieron los caballos al galope, hasta que Gurread avistó un venado. Detuvo a su caballo y no perdió de vista al preciado venado de lomo plateado que airosamente andaba escondiéndose entre arbustos. Tomó Gurread en su mano un arco, que Finthiel creyó no haber visto antes, y una flecha.
El arco estaba hecho de una sola pieza tallada de madera de abedul decorado con escenas de caza y guerra, y la flecha era negra, oscura como la noche, con punta de azabache y plumas de algún ave córvida. Tensó y disparó, hiriendo de muerte al venado, con la flecha ensartada muy cerca del corazón.
Finthiel contuvo la respiración en un momento de tristeza por crueldad del acto, pero no apenas tuvo tiempo para poder lamentarlo que Medain bajó veloz de su corcel y tomó presto una lira que portaba. Una lira dorada como el sol de un crepúsculo, con finos brillantes engarzados en su curvatura, como estrellas del atardecer. Y comenzó rasgando suavemente las delicadas cuerdas de la lira, y un bello acorde surgió, precedente de la música celestial que le seguiría en el baile de las manos de Medain sobre las cuerdas.
Y no se hizo esperar más el milagro y el venado se irguió de nuevo con vida, sin rastro alguno de herida en su corazón. Y brincando alegremente, en su trote ligero atravesó la escena penetrando en la bruma del bosque.
Los compases rítmicos de la percusión de los cascos de los caballos retomaron la composición musical mágica y antes de que Finthiel reaccionara, una vez más iban los jinetes galopando, alejándose de él, aunque él los sentía aún cerca y corrió tras ellos de nuevo.
Llegaron esta vez a un claro en el bosque, donde yacía recostado un gran oso de color pardo, que a la luz de lugar en veras parecía dorado.
Cutham con una lanza en su mano, inexistente hasta ese momento, se acercó al animal y tomando brío desde su caballo se la clavó en el vientre. Un gruñido de dolor brotó de la garganta del oso, y Finthiel pudo observar su agonía, no con menos congoja y ya lamentándose por la muerte de tan valioso animal divino.
Y así, el último de los caballeros de Wedhanar, Silean, sacó triunfante su cuerno de música y con todo su sentimiento lo hizo sonar, entonando melodía de potencia inigualable y cubriendo todo el bosque de notas de triste lamento, inundando el aire de la última música del alma. Y el cielo se oscureció de nubes aun más grises y la bruma creció en la floresta, haciendo dar la vida al dorado oso inerte que se levantó de la humedad del suelo y pronto desapareció de la vista.
Pero Finthiel miró a su alrededor y se vio totalmente solo y no encontró ya a los jinetes en ningún lugar, notó que la niebla le cubría.
Rasgando como retales la neblina una mujer de inmensa hermosura apareció ante Finthiel.
Su piel era tan pálida como las nubes, y sus cabellos como plata le caían lisos por toda su figura, y llevaba un haz de luz ceñido a su cintura. Su mirada era de rubí, de un rojo brillante que Finthiel no pudo soportar, pero no apartó la vista de ella pues se había quedado prendado y supo que la presencia de su ser en aquel lugar era insignificante. Ella estaba envuelta en un halo de beatitud y su mera aparición provocó que una complejísima melodía polifónica surgiera en torno a su ser, como interpretada por miles de músicos invisibles, y el aire se lleno de la más pura esencia de la magia.
Se sintió mezquino e ignorante, sintió que se arrodillaba ante ella y caía al suelo cubierto de hojarasca.
- Oh, mi Diosa...
En un instante pudo Finthiel alzar su cabeza y contemplar la belleza de la mujer, coronada por una fulgurante luna blanca que ahora reinaba en un cielo oscuro. En su mirada pudo percibir comprensión, tristeza y lástima.
Con esa imagen perdió de nuevo la conciencia y desapareció de allí.

***
Los primeros rayos del alba penetraron en el interior de la cueva. El hombre despertó y se incorporó confuso del manto sobre el que había dormido.
No supo donde se encontraba exactamente y salió al exterior.
Allí vio el paraje que se extendía ante él, cubierto de llanuras y un pequeño estanque a pocos pasos.
Caminó hasta el estanque con objeto de lavarse la cara antes de proseguir el viaje, pues ya recordó cual era su cometido en aquella tierra.
Notó la fría agua aclarando su rostro, pero algo más le llamó la atención. Su cara parecía joven, fresca, tal vez más que la de un hombre de mediana edad, pero sus cabellos antes castaños eran ahora níveos, canos no como los de un anciano, sino blancos como la nieve.
Y se acordó de lo que había soñado y supo su significado.
Desde entonces fue en todas las tierras conocido como Finthiel, el de los Cabellos Blancos, y su sabiduría fue apreciada y con gran renombre se mentaron sus hechos venideros.

2 Comments:

Blogger Asier G. said...

Un relato propio que escribí para ser leído en el solsticio de invierno del 2002.

10:25 e pasdites  
Blogger Asier G. said...

recuerdo cuando cierta persona lo leyó y se quedó indiferente. A continuación preguntó "pero qué pinta la pava esa ahí?"
xD
...

1:00 e pasdites  

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